Los fiordos noruegos son impresionantemente bellos, especialmente durante el otono. En esta época del ano el aire fresco, las hojas rojizas de los árboles y el sol tenue hacen ideales las visitas a estos fiordos tan hermosos. Noruega, rodeado de mar y fiordos ofrece un panorama díficil de confundir. Las montanas que rodean los fiordos lucen llenas de vida. En la cima son blancas y debajo son verdes. La vegetación es espesa, y los altos árboles adornan las gigantes montanas. El agua del mar, proveniente de lo que un día fue un glaciar, es helada, y carga en ella los enormes cruceros que ano con ano visitan los fiordos.
Los barcos son enormes, sin embargo junto a las majestuosas montanas parecen hormiguitas. El color verde predomina en el panorama, diferentes tonos de éste aparecen a lo largo de las montanas y en la orilla del mar. Junto al mar, están situadas pequenas casitas que los noruegos utilizan como casas de campo. Una fresca briza proveniente del mar llega a estas casas, empapando de frescura a quienes juegan en los patios traseros. El pasto, verde y grueso, soporta temperaturas congelantes durante el invierno y se mantiene fresco durante el verano.
En verano los noruegos aprovechan para salir de la ciudad y adentrarse en la mágica y relajante vida de los fiordos. Las casas de campo localizadas junto al mar sirven de hogar para todos aquellos que deciden tomar un tiempo de descanso. Por lo mismo, el ambiente de éste lugar es más bien relajado, y sirve para conectarse con la naturaleza. El aroma a pino fresco, agua de mar y vegetación le dan un toque extremadamente natural, aún estando rodeado de tecnología en las casas de campo.
Sin duda estos fiordos constituyen un lugar ideal para visitar, brindan tranquilidad a quiénes los visitan, son un contacto directo con la naturaleza ycon la Madre Tierra, a quién le debemos tanto, y por si fuera poco, ¡son hermosos!. Hay diferentes formas de llegar a ellos. Una de ellas es por barco, ésta puede ser una de las mejores maneras de visitarlos, pues no solamente llevan a uno de los fiordos, si no que recorren todos los fiordos de la costa. Al estar en la cubierta de un barco, el aire helado se cuela por la ropa y alborota el cabello. Para algunos es una sensación de libertad, mientras que otros encuentran como sacrificio permanecer afuera. Al ver la hermosura de los fiordos, es evidente que vale la pena permanecer en cubierta.

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