sábado, 17 de septiembre de 2011

Chinos en San Petesburgo

Estaba con mis tíos y una prima en un baile folcórico ruso en San Petesburgo. Estábamos sentados en la primera fila y pudimos disfrutar de la primera parte del espectáculo. Cuando hubo un intermedio decidimos salir para comprar chocolates y algo de tomar, y cuando regresamos encontramos a dos chinos en nuestros lugares. Mi prima y yo nos acercamos y les dijimos en inglés que esos lugares estaban ocupados, la señora china me volteo a ver y diciendo "No" con el dedo y la cabeza se volteó. Yo no sabía qué hacer, entonces decidí ponerme en frente de ella y le volví a repetir que esos lugares eran nuestros, hasta tenían nuestras cosas en ellos, y la señora de nuevo me dijo que no y se volteó para darme la espalda, yo estaba indignada. ¡¿Qué le pasaba a esa señora?!  esos son nuestros lugares, pensé. Mientras yo decidía que hacer, llegó mi tía, a al cual no le da pena nada, y cuando vió lo que sucedía se puso en frente de la señora y haciendo señas le dijo que ese era su lugar. Estuvimos así un buen rato hasta que un señor argentino de voz muy grave que venía con nosotros en el tour le dio un manazo a la gorra del señor chino y le dijo: ¡Che! ¡¿Qué no escuchas?! Te está hablando la señora!. En ese momento, los chinos asustados se levantaron y se fueron diciendo cosas que ninguno de nosotros entendimos.




Durante un baile folclórico ruso en San Petesburgo, a mis tíos y a mí nos ocurrió algo peculiar. Nos encontrabamos sentados en la primera fila del auditorio y pudimos disfrutar del espectáculo con una vista inigualable. Sin embargo, durante el intermedio decidimos salir a comprar algo de comer y de beber, y en el momento en el que regresamos, encontramos a dos personas de origen chino sentadas en nuestros lugares. Me acerqué a ellos y le expliqué en inglés y con toda la educación posible, que esos lugares ya estaban ocupados y nos pertenecían. La señora muy grosera se volteó y me dió la esplada, cual niña pequeña. En ese momento me enojé, y en un tono de voz más fuerte le repetí que ese lugar ya estaba ocupado, y que se moviera porfavor. De nuevo la señora me dijo que no y muy infantil me volvió a dar la esplada, mientras yo discutía con la señora, mi tía se acercó y al ver que la señora no volteaba a verla se colocó frente a ella y haciendo muecas muy exageradas le dió a entender que ese asiento era de ella. La señora cada vez se volteaba más y evitaba mirarnos, cuando de repente un señor de origen argentino que estuvo presente durante la discusión volteó y dando un manotazo en la gorra del señor chino dijo con una voz muy grave: ¡Ché! ¿Qué no escuchas? ¡Te está hablando la señora!. Apenas terminó de decir esto y los señores ya se habían levantado y se alejaban de nuestros lugares, balbuceando palabras que no pudimos entender.

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